Con tejuelo J Txaplatarekin
Gustavo tenía trece años cuando un suceso cambió su vida: acosado por sus compañeros en una clase de Educación Física se desmaya y, al caer, se fractura una pierna y dos costillas, una de las cuales le pincha el hígado. Tras horas inconsciente y varios días en el hospital, Gustavo se recupera. Un par de años después, cuenta cómo este suceso cambió su mirada sobre las personas. Así, el golpe le ayudó a madurar, por lo que será capaz de analizar mejor y, por lo tanto, actuar en consecuencia, la relación con su madre o con la chica que tanto le gusta, porque según sus palabras, el objetivo debía ser «dar luz a la oscuridad interior en la que vivía».
Mariela Chenú Melchior: El tren de medianoche (Anaya)